Por Francesc Cruz, Farmacéutico-Nutricionista y Director Técnico de Herb&Be

En la prevención del cáncer de mama el consumo de soja no parece aportar los mismos beneficios para las mujeres occidentales que para las orientales. Así se desprende de estudios recientes.

La soja, perteneciente a la especie Glinice max, es una legumbre muy rica en fitoestrógenos. Al igual que ocurre con las isoflavonas, genisteína y daidzeina, sus efectos estrogénicos pueden aliviar los síntomas más característicos de la menopausia como son los sofocos y sudores nocturnos. Pero por lo que respecta al cáncer de mama y su prevención, tenemos nuevos datos.

Según el National Cancer Institute de los Estados Unidos, el consumo moderado de soja podría prevenir el cáncer de mama y próstata. Con respecto al primero, existe mucha controversia. Tiene que ver con el papel de las isoflavonas, que tienen una estructura similar a la de las hormonas sexuales (andrógenos y estrógenos). Por eso podrían competir por los mismos receptores, bloqueando la función de los estrógenos naturales más potentes.

La polémica está servida, puesto que la organización Cancer American Society opina lo contrario. Es decir, que las isoflavonas actúan como los estrógenos y el aumento de éstos puede favorecer el cáncer de mama, como se ha comprobado.

 

Foto: Jan Zinnbauer

Consumo de soja en oriente y occidente. No es lo mismo

Para entender estas dos posturas enfrentadas, el Breast Cancer Research and Treatment llevó a cabo una revisión sistemática de publicaciones médicas relacionadas con este asunto. Éstas dieron como resultado que el efecto protector del cáncer de mama solo se asocia con poblaciones asiáticas y no con las occidentales.

El dato más relevantes es que parece ser que las mujeres asiáticas se ven más beneficiadas del consumo de soja porque consumen soja fermentada desde su infancia y adolescencia. Es por eso que su microbiota intestinal es capaz de sintetizar una sustancia llamada equol a partir de la isoflavona dadzeina, con características más antioxidantes que el resto de isoflavonas.

En cambio y según los expertos, en la población occidental la soja no tiene los efectos deseados al no ser un producto local ni tradicional, por lo que tiene más lógica consumir otras legumbres como garbanzos, lentejas y judías.

En el caso de optar por la soja, ésta no debería consumirse más de 2-3 veces por semana puesto que puede tener un efecto no deseado sobre la glándula tiroides. Además, el 90% procede cultivos transgénicos e interacciona con medicamentos para tratar el hipotiroidismo. En todo caso siempre es mejor consumir soja fermentada o germinada como es el caso el tempeh o miso (ambos contienen probióticos), que en productos procesados como leches vegetales o yogures.